julio 18, 2011

De la inspiración que las letras de María Sabina nos dejan, por Scarlett Mizraim.

Soy mujer que mira hacia adentro
Soy mujer luz del día
soy mujer luna
soy mujer estrella de la mañana
soy mujer estrella dios
soy la mujer constelación guarache
soy la mujer constelación bastón
porque podemos subir al cielo
porque soy la mujer pura
soy la mujer del bien
porque puedo entrar y salir al reino de la muerte.

Soy una mujer sin sangre
el pájaro me roba la sangre
el libro abierto me roba la sangre
el agua me roba la sangre
el aire me roba la sangre
la flor me roba la sangre.

Me conocen los santos del cielo y los ángeles
dios me conoce
el corazón de la santísima madre de Cristo
el corazón de nuestro señor Jesucristo

Soy mujer que hace tronar
soy mujer que hace soñar
soy mujer araría, mujer chuparrosa,
soy mujer águila, mujer águila dueña
soy mujer que gira porque soy mujer remolino
soy mujer de un lugar encantado, sagrado
porque soy mujer aerolito.

..............María Sabina............

Ahí dejaron los coyotes a la niña, atemorizados de que algo malo pasara, asustados con la idea de que la noche se los tragara.

La niña se levantó, no para buscarlos sino para mirarlos, para verlos correr mientras el fuego los ponía a arder. Necesitaba verlos desvanecerse, arrepentirse por no haber querido rendirse. No rendirse en su afán por convertirse en el primer canto de la mañana, en el canto de una naturaleza hermana.

Los coyotes aullaron toda la noche pretendiendo amanecer siendo sonido, el sonido que la niña emitía con alegría, el sonido que con el viento se transmitiría, y como lucero brillaría.

Tengo la sensación de no estarme entendiendo, espero no estarme contradiciendo. Odio la contradicción cuando la última palabra define indicación. Ella no quería ser indicada, decidió sanar para dedicarse a curar. No se trataba de soledad, era un fuego ardiendo, cantos que se estaban embelleciendo. Embellecían la subida de esta niña a la luna, al símbolo de feminidad que tanto nos cuesta recordar, a la luna subía mientras el ultimo coyote ardiendo la vio convertirse en luz cegadora.

Cegó al alba para que no se diera cuenta de lo que en la tierra pasaba. Para que no llorará y en su lugar se deleitara. Así viajó por el cielo, conociendo, conociendo y conociedo. Dando y recibiendo el crecimiento.

Aseguró sus broches y caminó por diferentes constelaciones, se paseó con la fuerza de un bastón en su interior.

Interior lleno de sabiduría, de pureza, inocencia y conciencia. Conciencia de lo que un vacío significa, de que un hoyo negro no se llena ni con toda la sangre morena. Ella lo vió, lo presenció en un reino donde no cabe el sol. No cabe la vida por encontrarse resentida, o quizá no se encuentre resentida, también puede ser que se desborde la alegría. Alegría compartida en el reino de constelación. Constelación que en cometa la convirtió, dándole la oprtunidad de por cientos de cielos pasear y a nuestro mundo volver a bajar.

Bajar para sanar, para disfrutar, curar, reintepretar, buscar, encontrar, transformar, para llenar a las cosas de libertad, color y olor, de escalas cromáticas y auras abstractas no siempre iluminadas.

El aroma de un suelo que se alimentaba.

Se sienten caminando las arañas, luciérnagas comen de mis entrañas mientras un lagarto se baña. Un gato araña la puerta de mi cabeza. La niña se transforma en una sonrisa, en un suspiro profundo emanando raíces de bugambilia, piedritas de jade y estrellitas como las de la virgen María. La niña se transforma en colibrí revoloteante. En bebida consagrante.

..........scarleTMizraim..........

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